"Le importa sí, su corazón, comparte ya mi dolor..."
En la comunidad en que me reúno, esa es la estrofa de un himno con el que suele despedirse a quienes se nos adelantan.
Este viernes, cuando escuchaba la despedida para Eneida, joven de sentimientos puros y sinceros, madre de tres pequeños, víctima del Covid, me pregunté: ¿Cuántas veces lo hemos escuchado en este año?
Dos en mi familia cercana... Otro de mi amigo-hermano Rubén Jaime Fernández; Eneida... mi vecina Cuquita... mi amigo Braulio Martínez... y así.
No hemos dejado de escucharlo porque estamos perdiendo a tanta gente bien amada, que ya lo cantamos de memoria y sin inflexiones.
Estamos todos adoloridos...
Duele el alma y duelen las coyunturas, duele hasta el cabello.
Nuestra propia tragedia se replica hoy mismo en miles de personas quienes también pierden a un ser querido.
México está adolorido.
Nos importa bien poco si maquillan a López en sus cifras de encuesta...
Lo que importa es que traiga el medicamento que da 72 por ciento de sobrevida a pacientes graves e intubados.
Que su área de salud se ponga a monitorear cómo avanzamos ante la plaga.
Ya no quiero cantar otra vez ese himno... no, por favor.
El dolor nos hermana, pero ya nos hartó, también.