Es por la Gracia de Dios que llegamos a la orilla y a mirar los albores del año nuevo.
Es por su infinita Gracia que RedCrucero, este proyecto que hace 15 años nació como periódico impreso en una vieja rotativa de tres unidades, sigue de pie ahora bajo la modalidad de publicación en línea.
Él me enseñó en dónde estaba mi riqueza, aquella noche en que sin llamarlas, llegaron mi madre y mis hermanas para en silencio ayudarme a intercalar 400 mil ejemplares, que significaban obtener un pago que serviría para cubrir a tiempo nuestra nómina.
Me enseñó a confiar...
Porque de la nada hizo llegar a gente que en ese momento sería vital, como al Gallareto Ángel García, quien hizo trabajar la maquinaria de la que no teníamos la más remota idea de su funcionamiento.
Heriberto García, que prestaba técnicos para mejorar los acabados.
A don Rubén Garza para inyectar los primeros apoyos vitales para subsistir.
Cuando los poderosos quisieron acabar con el proyecto, siempre llegó alguien para inyectar recurso... los más disímbolos, los improbables.
Pepe, Sergio, mi añorado doctor Mario Rangel, Armando Rodríguez, Elvira Orta, David García, Isaac González... y mi socio Hernán Garza.
Ellos no lo saben, fue El Señor quien los trajo para salvar este barco del naufragio, quizá en respuesta a que los músicos jamás dejaron de tocar Sublime Gracia en la cubierta.
Cuando miro atrás me veo con la ropa hecha jirones, porque ya no están conmigo mi hermano Raffi, mi Madre María Esperanza ni Martha, la mujer a la que amé.
Me duele... ¡vaya que me duelen el alma y los huesos!
Pero no me enseñó mi madre a buscar la compasión... quiso enseñarme más bien a mostrarme compasivo.
No aprendí de Mi Mujer a sentarme a llorar en los rincones... fue ella que me acompañó en largas travesías para buscar en los rincones más remotos las historias a contar, y lo mejor de todo es que aunque no intentaba comprenderme, me perdonó 70 veces siete y se mantuvo como la gran socia de mis sueños.
Raffi se apresuraba a conectar mis transmisiones allá en los remotos parajes que habitaba, para compartirlas como si fueran una hazaña, con la genial pandilla de los descamisados.
Aún tengo una familia conmigo en todos mis trayectos.
Mis hermanos Adlai y Abdel; mis Hermanas Mapy, Sidlayín, Arely, Edna... sus hijos e hijas, formaron un ejército que puso valla a los ataques de quienes se creyeron poderosos.
No son pocos quienes creyeron que podrían aniquilar este proyecto, y sobre todo, no son pocos los poderosos que intentaron acabarnos... lo siento, deben saber que alguien infinitamente más poderoso que ellos está siempre de mi lado.
Y mis hijas, conscientes a toda plenitud de que tienen a un padre zafarinfas, juegan a mantener en orbita mi mundo, junto a MattiBoy... el anhelado MattiBoy.
A mi hijo que como las alhajas del Monte de Piedad, va y viene (¿a quién saldría?), siempre con alguna novedad para inventar caminos.
A mi equipo...
Mapy, Martha Elí, Checolín Garza, Adán Claudio, Isaí Márquez, Armando Arrambide, Dani Betancourt, Norma Flores, Alfredo Nava, El Guerry... los que han creído en este sueño y no se bajan ni cuando arrecia el temporal... gracias, muchas gracias.
A ustedes, quienes se toman el tiempo y la molestia de leerme, de estar de acuerdo o discrepar... a quienes se conectan a las transmisiones y hacen comentarios... a todos ustedes muchas, muchísimas gracias.
En este mi día de la Gratitud reconozco que es Dios quien sostiene el barco y lo sustenta, de las formas menos convencionales, desde luego.
Que estaremos aquí mientras Él lo permita, y espero que sean muchos años todavía.
Llegamos al 2022 con banderas desplegadas, con ilusiones y con retos.
Espero que ya nadie me falte... que lleguemos todos, ustedes y yo a la otra orilla en mejores condiciones.
Por ahora les abrazo desde el corazón y a la distancia.
Gracias a Dios por ustedes.
Gracias a Dios por todo.