Por José Luis Galván Hdz.
El fuego se ve desde lejos, el humo se confunde con unas pequeñas nubes que se conmueven de la naturaleza que se quema, que pasa sobre la Sierra de Santiago y el cielo sueltaalgunas lágrimas intentando apagar el incendio. En la noche es un espectáculo cruel en el que la lumbre ilumina al cielo obscuro sin estrellas. Pareciera que el mismo infierno esta ahora en el cielo.
En la tierra los pecadores seguimos buscando nuestro propio purgatorio. Hace unos días salí a caminar en la mañana a las faldas de la sierra, a las orillas del Rio Elizondo, casi seco. Me encontré dos trasnochadores aún con el ardor del alcoholen sus gargantas. Se percibía el olor a mas de un metro; pero el problema no era su estado etílico, sino que juntaban ramaspara encender una fogata y según ellos era para “asar unos pellejitos”.
Como pocas veces se me encendió un coraje interno y lesgrité: ¿Cómo era posible con el incendio arriba en la sierra, oyendo en esos momentos los helicópteros volando encima de nosotros para llevar agua, ellos todavía querían prenderuna fogata? A regañadientes “entendieron” y la apagaron. A los dos días que regresé a ese mismo lugar a caminar encontré ramas, árboles, pequeñas plantas calcinadas porotro pequeño incendio provocado quizás por los trasnochadores, los pecadores creando infiernos para que arda la naturaleza.
En estos días de vacaciones de semana santa y de Pascua, ojalá que seamos conscientes de lo que significa la pérdida de miles de hectáreas verdes de nuestra maravillosa Sierra de Santiago. No la dejemos morir, no hagamos un infierno tan cerca del cielo, no prendamos más fogatas, cooperemos con los brigadistas, con apoyo de víveres o tiempo para ir a ayudar.
Los místicos, los creyentes, los hombres de fe, oremos para que llueva, esperemos que la entrada de la Pascua llegue con lluvia, que traiga esperanza, que se apague este infierno que hemos creado en la Sierra de Santiago. El domingo de Pascua nos anuncia la liberación, la resurrección. Ojalá que literalmente desde las cenizas renazca el verde, que nos perdone la madre naturaleza por este infierno que hemos creado en el cielo de Santiago.