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  • Foto del escritorRed Crucero

El miserable Maduro enamorado de Calderón; a Ebrard le salió el tiro por la culata


¿Es misoginia llamar a alguien hijo de puta? Según Marta Flich, no. Al menos es lo que ella pensaba en 2018.

Confío en la autoridad de la mencionada mujer, licenciada en economía con maestría en comercio internacional, especialista en finanzas, además de pianista y cantante… y actriz, experta en pedagogía e instructora en temas de liderazgo y gestión de emociones en grupos empresariales.

En 2018 escribió en el Huffpost:

“Si llamas a un machista redomado ‘hijo de puta’ no te sientas mal por su madre ni por un momento. No estás insultando a nadie: los hijos de puta, no tienen madre”. MARTA FLICH,

Eso es Nicolás Maduro, el hijo de puta que lucra con el dolor de su pueblo, el dictador impresentable que vino a México a la cumbre de Celac que Marcelo Ebrard pensaba iba a ser su lanzamiento definitivo a la candidatura presidencial de Morena.

Ebrard, el más neoliberal entre quienes colaboran con AMLO, sabe que él no es aceptable para la izquierda mexicana porque, ni hablar, simple y sencillamente ni su pensamiento ni su actuación son de izquierda.

Ebrard es un priista, que en política económica se identifica más con el neoliberalismo que con las causas progresistas defendidas por la 4T.

El canciller mexicano, para conseguir apoyo en la izquierda, ha tratado de imponer en la Secretaría de Relaciones Exteriores la agenda de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, Alba, dominada por Venezuela.

De ahí su sueño de que en la reciente cumbre de Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) se creara una nueva organización regional para reemplazar a la OEA.

Eso quedó en sueño, y como dijo el poeta, los sueños, sueños son.

Lo peor, uno de los invitados de lujo de Ebrard, el hijo de puta de Nicolás Maduro, mañoso como todos los de su calaña, tuvo la mala ocurrencia de provocar a AMLO recordando, frente al presidente de México, que Felipe Calderón —sí, el mismo que en 2006 le robó la presidencia a Andrés Manuel— fue quien primero convocó a todos los países latinoamericanos. Los antidemocráticos se identifican, aunque tengan ideologías opuestas.

¿En serio quiere Maduro tanto a Calderón como para homenajearlo de esa manera ¡¡¡y frente a AMLO!!!? Por supuesto que no. Si lo hizo fue nada más por joder, porque le molestó que presidentes democráticos —destacadamente el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y el de Paraguay, Mario Abdo Benítez— subrayaran el hecho terrible de que en Venezuela, Cuba y Nicaragua no hay democracia ni se respetan los derechos humanos.

¿Para eso quería Ebrar su cumbre, desairada por cierto por países tan importantes como Brasil y Chile, y a la que no asistió el presidente de Argentina por la crisis política en su país?

Como dijo la columna Templo Mayor de Reforma este sábado 18 de agosto, ni duda cabe de que a Marcelo Ebrard el tiro le salió por la culata.

En fin, si algo se puede rescatar de la cumbre de Celac es que Andrés Manuel, a pesar de todos los desaciertos de Ebrard, pudo exhibir su liderazgo, el más fuerte en América Latina, y sobre todo su absoluto respeto por la diversidad de ideas.

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