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  • Foto del escritorRed Crucero

Elecciones sangrientas. Una amenaza a nuestro débil sistema democrático


En medio de las expectativas ciudadanas por las elecciones que celebraremos el próximo 2 de junio, las que serán cruciales para el destino de nuestra nación, nos consterna y horroriza el sombrío recuento de vidas perdidas de precandidatos y candidatos en diversos en actos de violencia electoral.


La reciente retención de la candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum en un recorrido por el estado de Chiapas por parte de integrantes del crimen organizado, demuestra hasta que grado ha crecido la violencia electoral.


En estas elecciones ensangrentadas, al menos 37 personas han sido asesinadas impunemente, cifra que supera los crímenes cometidos durante el proceso electoral anterior, y aún quedan 38 días de campañas.


Este terrible panorama nos obliga a reflexionar profundamente sobre el estado de nuestra democracia y el futuro que queremos para nuestro país.


Cada vida perdida es un doloroso recordatorio de la fragilidad de nuestras instituciones y de la urgente necesidad de fortalecerlas.


Detrás de cada número hay familias destrozadas, comunidades traumatizadas y un país que se aproxima a un abismo marcado por la intolerancia y la violencia.


Como lo han señalado algunos políticos, la democracia no puede florecer en un terreno regado con sangre y sembrado de miedo.


Los mexicanos condenemos enérgicamente estos actos de violencia y exigimos justicia para las víctimas y sus familias.


No podemos permitir que la violencia se convierta en la moneda de cambio de nuestras elecciones, ni que el miedo silencie nuestras voces y coarte nuestro derecho fundamental a elegir a nuestros representantes.


La democracia no consiste solamente en un ejercicio de votar en las urnas; es un compromiso con los principios de igualdad, justicia y respeto mutuo.


La violencia electoral socava estos principios fundamentales y amenaza con sumirnos en la oscuridad de la dictadura y el autoritarismo.


Es hora de que todas las fuerzas políticas, la sociedad civil y las autoridades competentes se unan en un frente común contra la violencia electoral para fortalecer nuestras instituciones democráticas, garantizar la seguridad de todos los actores políticos y promover el respeto y la tolerancia.

A

Solo así podremos asegurar un futuro en el que la democracia sea verdaderamente, como afirmara Abraham Lincoln “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”.

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