El PRI se convirtió en el carnaval de las traiciones... y sin embargo, se mueve.
Traicionó Osorio Chong, cuando entregó su pedazo al proyecto de López, porque desde luego, jamás creyó en un proyecto que no lo pusiera a él como candidato a la Presidencia.
Traicionó Peña, cuando vio perdido el proceso y decidió salvar lo más preciado: Su trasero.
Traicionó Omar Fayad... Traicionó Alejandro Murat... Traicionó Carlos Joaquín... Traicionó Manlio... traicionó la Pavlovich...
Todos ellos salvaron el trasero, todos ellos terminaron en alguna embajada, y el PRI metio en una vorágine en la que nadie sabe quién es leal y quién aguarda el momento.
¿Es Alito un aliado de López?
¿Negoció la derrota en el Estado de México a cambio de Coahuila?... ¿Son mensajes de parte de la 4T para dividir al enemigo?
En ese terreno fangoso, al PRI le queda mucha fuerza aún en reductos como Nuevo León o Coahuila... en la propia Ciudad de México...
El PRI pisoteado aún es el factor que impide la aprobación de reformas constitucionales que nacen de la cabecita loca de López.
Y sin embargo se mueve...
Quizá el PRI se traicionó a sí mismo... o quizá se purgó...
Quizá el PRI canta sus últimas arias... o quizá prepara su nuevo rostro a dueto con el PAN, al frente de la gran alianza contra la 4T.
No falta mucho para saberlo... hay nueve escalones en el Estado de México, nueve puntos que una traición puede convertir en 20... o que una avanzada temeraria de las fuerzas aún leales, pueden pulverizar.
Ya veremos, ya diremos.