Llegamos al punto en el que la guerra entre el diablo Fernández y López Obrador nos convierte en los monitos de plástico en la maqueta.
No somos ajenos...
Mire usted:
Para llegar al punto de firmar un decreto para quitar el agua a la fábrica de cerveza del diablo, López Obrador tuvo que fabricar la circunstancia: Una crisis.
Pudieron resolverla desde el principio al rehabilitar la red de distribución de Agua y Drenaje que está podrida y tira más de la mitad de lo que se bombea.
Con eso, nuestro requerimiento bajaría de 15 mil, a 7 mil 500 litros por segundo... y resulta que tenemos disponibles 9 mil 500.
Pero no...
Samuel piensa que así se gana el paso a la candidatura presidencial, con el aval de López.
Nosotros nos morimos de sed... no hay agua... Samuel va a robar el agua de los citricultores, clausura pozos para que la crisis se agrave en el campo.
No hay albercas... las áreas verdes comienzan a secarse... ¡La crisis es terrible!
Entonces López dice: Los voy a salvar, voy a quitarle el agua a los empresarios para dárselas a ustedes.
Y así, tiene ahora al diablo Fernández y a otros empresarios anti 4T, de las meras canicas.
Nos mata de sed para tener el pretexto de actuar contra ellos.
Luego, en Guanajuato, se arma un pleito con los criminales del Jalisco, curiosamente, los consentidos del presente sexenio.
¿Y qué hacen esos hediondos?, salen por la noche a prenderle fuego a 25 tiendas Oxxo en varios municipios guanajuatenses.
Queman algunos taxis... siembran terror, pero... ¿25 Oxxo?
Usted sabe de quién son los Oxxo... efectivamente, del diablo Fernández.
¿Qué culpa tienen los guanajuatenses del pleito entre López y el diablo?
Ninguna...
¿Qué culpa tenemos nosotros, nuestros viejos, nuestros chilpayates de ese pleito cantinero?
Bueno, tenemos algo de culpa...
Nosotros (hasta los que no votamos por ellos) pusimos a López ahí... pusimos a Samuel acá.