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  • Foto del escritorRed Crucero

Enfrentar los cambios


Por José Luis Galván Hdz.



Me lo encontré en la mañana caminando, cabizbajo, con una cara de cruda que arrastraba junto con sus pasos. Tenía tiempo de no ver a mi amigo por lo cual me dio mucho gusto saludarlo, pero estaba extraño… ¿Domingo a las siete de la mañana haciendo ejercicio? algo no estaba bien. Me saludó un poco parco y me dijo: Acompáñame a caminar y platicamos.


Estuvo buena la fiesta por lo que veo en tu cara, no sé cómo andas de pie ¿o te viniste en vivo? le dije. Solo me sonrió y me contesto: para mí fue un funeral, para ella no sé. Me preocupo su respuesta, mi amigo es un hombre casado, con una linda familia, panista de toda su vida (de ahí es mi amistad con él, mas de veinte años en la política) es religioso, que regularmente va a misa los domingos, digamos como dice AMLO, es “un político conservador”.


Le pregunté si había algún problema con una mujer o su esposa ¿Quién era “ella”? Pero prefirió que habláramos de política, nuestro gran tema en común; de la desbancada que está viviendo su partido, alcaldes, diputados que abandonan Acción Nacional por irse con el “nuevo” partido “Movimiento Ciudadano” a hacer equipo con el gobernador del estado. Argumentaba él que no solo era una traición para el PAN, que los postulo como candidatos, sin no para toda la ciudadanía que, según su opinión vota por el partido, no por el candidato. No quise entra mucho en polémica, aunque no estaba de acuerdo con la mayoría de sus argumentos, por que al final detuvo su caminata y me dijo viéndome a la cara: No se vale cambiar a las personas así, de la noche a la mañana.


Sus ojos estaban vidriosos, el sudor caía por su rostro, eso ocultaba las lágrimas que se le habían escapado, se confundían. Busco una pequeña toalla que traía en el bolsillo de su short y se limpió la cara. ¿Estás bien? ¿Estás llorando? Le pregunté. Si, estoy bien, solo estoy cansado, develado, enojado… o no sé si triste…me dijo ahora sin mirarme a los ojos. La cabeza en el piso. Y luego solo un “ya vamos mejor”. Regresamos en silencio hasta donde había estacionado su coche.


Cuando me despedí le insistí que si todo bien, que podríamos hablar del tema si él quería. Me miró como queriendo decir sí, pero con su cabeza me hizo el gesto de que no. Se subió al carro, me quedé parado viéndolo para despedirlo, bajó la ventanilla y ya estaba ahora sí, con un mar en sus ojos y me dijo sin salir del auto: a mi también me cambiaron, mi mujer esta saliendo con otro “más nuevo” …y no sé cómo enfrentarlo. Arrancó, no me permitió ninguna palabra de consuelo. Me hubiera gustado cuando menos decirle: Caminar en las mañanas es un buen principio, tú eres un hombre resiliente y podrás enfrentar cualquier cambio que te traiga la vida.


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