George Foreman contra Muhammad Alí, una pelea épica, histórica, que nos deja una gran enseñanza.
Foreman es el campeón y expone ante al bocón de Kentucky.
Los primeros tres raunds Foreman lanza todo su arsenal en contra de Alí... se le va encima, intenta acorralarlo y noquearlo.
Pero se vacía...
Fue demasiado pretender que podría apalear a Muhammad Alí en cada uno de los raunds.
Entonces vino la paliza.
Me traigo esa pelea para ejemplificar lo que pasa con Samuel García.
Está con todo, con una gran necesidad de lanzar todos los días un golpe duro y demoledor.
La pelea dura seis largos raunds, y Samuel lanza un golpazo cada segundo de cada raund.
Una nueva Constitución... una Interserrana que ni siquiera se ha licitado... una carretera a Colombia detenida... un tren suburbano al que le falta un detalle mínimo: sacar al tren del área metropolitana.
Todo mundo en su equipo se admira de que trabaje con tanta fuerza y sin descanso.
Cuidado...
Cuando Foreman ya no tuvo golpes nuevos, simplemente estuvo listo para que Alí lo derribara y venciera inexorable.
¿Qué va a hacer Samuel cuando ya no tenga nada qué anunciar?
Quizá sea buen momento para inventar el silencio... su propio silencio.
Y a partir de ahí, hacerse fuerte.