Que los dueños del Partido Verde hayan decidido venderle su franquicia nuevoleonesa a Jaime Heliodoro Rodríguez, dibuja la calidad moral del vendedor y del comprador.
Aunque unos visten elegantes y suelen tener un excelente discurso, son de la misma calaña que el otro.
¿Tenía sentido la venta?, políticamente no; económicamente sí.
Es decir, los dueños del partido se embolsan una cantidad bárbara de dinero malhabido desde su origen.
Y con ese dinero, un bribón se hace de un partido.
Ahora, ya con la franquicia en su poder, el político que merecería ser perseguido por el dinero que robaron de los fondos del Covid, junto al miserable Doctor Peste, ahora resulta que quiere volver al poder.
Ahí va la caterva de bandidos que tanto daño le hizo a Nuevo León.
Los que destrozaron a Fuerza Civil y la dejaron maltrecha para que Samuel llegara a terminar la obra destructora.
Los que requisaron una Ecovía eficiente para convertirla en una piltrafa que hoy todavía, hace sufrir a quienes pretenden usarla.
Los que se llevaron los camiones de ese sistema de transporte a su propiedad y luego allá, las unidades fueron incendiadas.
Los que se clavaron el dinero para tratamientos contra la Influenza y provocaron más de mil muertos en Nuevo León por ese mal.
Los que nos vendieron un dron de utilería como una gran maravilla tecnológica a precio de oro.
Todos ellos tomaron el control del Partido Verde para buscar posiciones políticas.
Allí verá usted a Manuel de la O, impresentable... a Carlos Guevara... a un tal Ramón, encargado de la ingeniería financiera, para mover cerros y cerros de dinero.
Ahí estarán en busca del voto... en busca de convencer... con el fin de volver a clavar la uña en nuestro dinero, el del erario.
Tienen razón, Samuel y Heliodoro no llenan.