Por José Luis Galván Hdz.
Iker mi hijo el mayor, cumple 11 años dentro de una semana y prepara su “fiesta virtual”. Hace un año, Isadora, su madre, le organizó una caravana para festejar su primera década; evento con el que no estuve muy de acuerdo porque no entiendo esa manera de festejar. Y tengo que confesar que ahora menos comprendo, me habla de un servidor o una plataforma en donde puede invitar hasta 20 amigos y jugar en línea con ellos.
Con esta pandemia estamos viviendo nuevas formas de convivencia, se habla de adaptarnos a la “nueva normalidad”, las video conferencias, el “home office”, “las sanas distancias”, “el mínimo de contacto físico”. Y es que creo que va mas allá de una “nueva normalidad”, sin duda estamos entrando a “una nueva era”, que nos cuesta mas trabajo a los adultos entender, los pequeños solo lo viven… como es el caso de Iker, mi hijo, que de una caravana como fiesta, pasó a una reunión virtual llena de videojuegos.
Las autoridades también se ven rebasadas en las decisiones que se deben de tomar, sobre la educación de nuestros hijos; ¿Regreso a clases presencial? ¿Seguir virtual o híbrido? El presidente fue muy enfático hace unos días: “Vamos a reiniciar las clases presenciales en agosto, llueva, truene o relampagueé, no vamos a mantener cerradas las escuelas; ya fue bastante”.
Sin embargo en las entidades estatales dicen otras cosas, nuestro gobernador se opone a regresar, demasiado peligro con la tercera ola de contagios por el COVID; casi dos mil contagiados diarios, los hospitales saturados al 90 %, o cuando menos eso nos dice el Secretario de Salud del estado, Manuel de la O, que se enoja con la población y los regaña por salir de la prisión que se han vuelto para algunos sus propias casas.
A unas cuantas semanas del regreso a clases en donde aún no sabemos si debemos comprar mochilas o uniformes, o solo tener listas las computadoras o tabletas y una buena señal de internet para que sigan los niños envueltos en imágenes, pantallas, maestros a la distancia, creo que de mi parte me debo adaptar como lo hace mi mujer a las fiestas virtuales y lo que venga en esta nueva era, porque corro el peligro de morir, no por el virus, si no por analfabeta virtual.