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  • Foto del escritorRed Crucero

Insomnio


Por José Luis Galván Hdz.



Es esa sensación de que no tiene fin, cuentas cada segundo, evitas en principio mirar cualquier artefacto que te diga la hora; para después buscar desesperadamente el tiempo que ha pasado. No piensen que hablo de los tres años del gobierno de AMLO, ni de lo largo que se nos ha hecho esta cuarentena por culpa del COVID. Me refiero más bien a mis infinitos periodos de insomnio.


O quizá sí estoy pensando en el presidente y parte de la causa de mis desvelos sea pensar en política, queriendo arreglar o buscar en mi cabeza soluciones antes que salga el primer rayo de sol y nos ilumine con una mañanera. Doy vueltas en la cama queriendo voltear también al pasado político de más de setenta años de un solo partido, y hoy en mis desvelos, veo solo a un hombre. Quisiera que todos contribuyéramos a ese mejor México que siempre hemos soñado; pero esta noche no sueño. Ya han pasado tres horas e igual que el inquilino del palacio nacional lleva tres…tres años de gobierno.


Algunas de estas noches con los ojos abiertos, en donde llega a acompañarme también “la tos”; salgo de mi recámara procurando no molestar a Isadora, mi mujer. Entonces se pone ruda la obscuridad y me juega malas pasadas. Intento de todo…ir a dormir a otro cuarto, prepararme un té para relajarme, calmar la tos y la ansiedad; leer o incluso ver televisión. Ya en la cama, en vez de contar borreguitos, cuento virus, veo por mi mente al covid amenazando con saltar por mi garganta.


Se que necesito dormir, pero ahí está a mi lado el insomnio, contándome cuentos de política y recordándome que debería estar feliz al hacerme un repaso de las personas que durmieron para siempre por culpa del virus maldito. La noche me invita a escuchar sus sonidos, en donde todo es más nítido, los grillos y el canto de los gallos que me anuncian que falta poco para la llegada del “mesías” y que otra vez nos dará “las buenas nuevas”, “las bienaventuranzas” en su mañanera; en donde también se escucharán las preguntas de alguno que otro grillo y de “los periodistas conservadores”.


¡Pero, basta! Dejo de pelear con la mente que me hace girar en la cama y la pongo mejor a trabajar “con otros datos”. Enciendo la computadora para escribir… “abrazos al insomnio, no balazos”. Le doy los buenos días al COVID. Finalmente, ya estoy vacunado, creo que ya tengo algo de anticuerpos. Leo en voz alta este artículo a esa primera luz que entra por la ventana, mientras se despide de mí, amenazándome con regresar la siguiente noche mi amigo, el insomnio.

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