Las redes sociales no son una estrategia, son una adicción.
La Universidad de Berkeley, en California, señala que la adicción por comunicar es una de las manías del nuevo siglo.
Sentir la necesidad de estar presente y la obligación cotidiana por decir algo importante, en la distorsionada convicción de que al otro lado hay gente ávida por recibir lo que voy a decir.
Pero la aportación de las redes al tema político puede comenzar a medirse.
Propongo un par de ejemplos...
En Apodaca César Garza gastó su primer período de Alcalde en Apodaca en visitar todas las colonias de municipio hasta cuatro veces... Tejió redes humanas.
Pero también fue el Alcalde que más tiempo, recursos y esfuerzo invirtió en sus redes sociales.
Tuvo un 60 por ciento de los votos emitidos...
¿A qué se debió el éxito?... ¿A las redes sociales o a las redes humanas?
El otro ejemplo es Samuel García...
Con poca presencia en las calles, Samuel invirtió en redes sociales una cantidad monstruosa, histórica... Con una influencer a su lado, la campaña fue un festival diario.
Locura en los eventos de crucero, Mariana trepaba en los autos para colocar pegotes, miles de selfies...
Al final, un precario 36 por ciento de votos, que lo lleva a gobernar desde la minoría.
Más aún... Si dividimos el origen de su voto, ¿cuánto de ese precario 36 por ciento vino de las redes sociales?
Porque aportaron los amigos de Clara Luz, ahora colocados en el gabinete... Aportó la estructura panista de San Nicolás, vea nada más la cercanía con el Alcalde Daniel Carrillo... Aportaron estructuras panistas.
¿Entonces?
Permítame un tercer ejemplo : Mauricio Fernández con 2 millones de likes a sus videos, fue aplastado por Miguel Treviño quien a través de sus mensajes apenas alcanza a 200 views.
Concluyo pues que Samuel García tendrá que replantear estrategia para legitimarse...
Difundir que va a la escuela o al gimnasio le da mucha interacción en redes y mucha aparente aceptación.
Pero si no va a las calles con soluciones para la movilidad, el agua o la seguridad, ocurrirá que cuando el humo de los likes se disipe, aún tendrá ese precario 36 por ciento... O menos.