Dice Andrés Manuel que estuvo a punto de recibir mención honorífica al graduar en su carrera de Ciencias Políticas.
Decía Jaime Heliodoro que desde el balcón del Palacio de Gobierno contemplaba junto a don Alfonso las incipientes obras de la macroplaza y lo instó a no tener miedo.
Dice Samuel que el gesto de Mariana de cortarse el chongo llegó hasta El Vaticano y el Papa Francisco le llamó para invitarla a una audiencia.
¿Qué caraja necesidad de mentir?
¿Cuál es el beneficio?
No digo que los demás políticos sean apóstoles de la honestidad intelectual, pero al menos se esfuerzan por mentir mejor...
López, Jaime Heliodoro y Samuel parecen ávidos de vivir una realidad que no existe, por forjarse lo que les gustaría que fuese en vez de lo que es.
No sé si por eso son o fueron peores políticos... No sé.
Pero me gustaría que al mentir se tomaran la molestia de saber que no todo el pueblo mexicano se traiga sus cuentos.
Al rato, cuando acaso hablen con honestidad, nadie va a creerles