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  • Foto del escritorRed Crucero

La pata de elefante


Por José Luis Galván Hdz.



Era muy pequeña para ser una “Pata de Elefante”, podía sostener la maceta en la palma de mi mano. Cuando vivíamos en la CDMX, la diminuta planta se la regaló a Isadora, mi mujer; mi gran amiga Mary. Eso fue hace más de 10 años antes de que nacieran mis hijos. La planta ha visto crecer en silencio a Iker y Gabriel, mis retoños.


Hoy la “Pata de Elefante” está en nuestra terraza, adornando, “creciendo”, aunque es lento su desarrollo, además en los inviernos parece que muere para renacer en primavera. Se le ha cambiado de maceta unas tres veces, igual que nosotros de casas, hoy vivimos en Santiago, cerca de un río a unos kilómetros de la hermosa Sierra que lleva su mismo nombre, que hace menos de un mes estaba nevada y hoy se está calcinando.


¿Pero, qué es lo que se incendia? La montaña, las cabañas, los árboles , los animales, lo verde… ¿O quizás las esperanzas? De inmediato todos los candidatos que pretenden gobernar nuestro estado de una u otra manera aprovecharon el momento para “ayudar” e ir por la foto, mientras que los que ayer fueron candidatos y hoy son gobiernos reaccionaron muy tarde. ¡Pobre Nuevo León! , ¡Tan grande estado y con tan pequeños políticos!


Los heroicos cuerpos de bomberos intentan apagar el fuego hasta el día de hoy, aun con todas sus carencias, obvio no tiene suficiente personal; se une la gente de Protección Civil, algunos voluntarios “ciudadanos – rescatistas”. Pero ya van más de

4, 500 hectáreas consumidas por el fuego entre la Sierra de Santiago, Nuevo León y Arteaga, Coahuila. El pronóstico es desastroso; se tardarán todavía dos semanas más en controlar el fuego por completo.


En redes sociales y en periódicos, se ven imágenes del fuego que arrasa con todo; por ejemplo el pequeño poblado de San Antonio en el municipio de Santiago, en donde vive gente humilde y muchas personas mayores; sus casas, tejabanes, animalitos , pequeñas parcelas para autoconsumo se convirtieron en cenizas.


A nuestra terraza llegan esas cenizas, el olor del bosque quemado, se escuchan los helicópteros que van al rescate de la sierra, en estos momentos con la quietud y la obscuridad de la noche, a lo lejos se ven como pequeñas luces ese inmenso fuego; también contemplo “la Pata de Elefante” inmóvil pero con vida, cuyo verdor también resplandece en la oscuridad; y al crecer el silencio parece que susurra algo: Ya llegó la primavera, entre las cenizas como “el Fénix” renacerá de nuevo el bosque y vendrá la lluvia , para apagar mas pronto el fuego; o cuando menos así lo quiero pensar.


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