Al fútbol mexicano lo volteó a ver el mundo entero, pero no por su calidad sino por los actos de barbarie de unos inadaptados que mancharon de rojo la historia de este deporte.
Batallas campales dentro y fuera de la cancha de aficionados del Atlas contra los de Gallos Blancos de Querétaro.
Familias y niños tuvieron que quitarse la playera de su equipos por miedo a ser violentados.
Un niño de Querétaro le dio su playera autografiada de los Gallos Blancos a una joven del Atlas para que pudiera escapar de la golpiza.
¿Y dónde estaban los elementos de seguridad? Cifras oficiales señalan que hubo 26 lesionados, tres de ellos muy graves y lo peor, no hubo ninguna persona detenida.
Las imágenes dicen otra cosa y en rumores se dice que hubo personas fallecidas.
Esto no es nuevo, ya había antecedentes de violencia en diferentes estadios del país por culpa de las “barras de aficionados”.
Los aficionados a este bonito deporte exigimos que no solamente se investigue, que eso se hace de oficio, sino que se vaya más allá, que se busque, atrape, enjuicie y castigue a los responsables materiales y los que también lo son por negligencia u omisión por no garantizar las medidas de seguridad necesarias para los asistentes.
Bien por el presidente de la Liga Mx quién prohibió a partir de hoy el ingreso de las porras a los estadios.
Mano dura por parte de la Liga MX y de todas las autoridades.
Esta es nuestra cruda realidad.
Es cuánto.