Monterrey fue tierra de empresarios, quiero decir Empresarios, con mayúscula.
Los que no esperaron a que el Infonavit les ordenara dar casa a sus trabajadores allá donde se le perdió el cuchillo a Tarzán; ellos edificaron viviendas que hoy son sectores de alta plusvalía, casas con toda la barba.
Dieron escuelas a los hijos de sus trabajadores, crearon vínculos sólidos que generaron lealtad y orgullo.
Sí... es prehistoria.
Los hijos ya no hicieron empresa social, los nietos vendieron.
Las grandes empresas de hoy se quedan con un terreno del pueblo para hacer un estadio para su equipo...
Las grandes empresas de hoy son las reinas de la contaminación...
Los empresarios toman el control político, o al menos algunas de las áreas determinantes, juegan a ser los censores de todo acto de gobierno y deciden qué cosa es moral y qué cosa es inmoral.
Pero sobre todo, hacen negocio, protegen a sus negocios.
Nos inventan sequías, y los ciudadanos preguntan... ¿cuál sequía?, bueno, hay sequía porque los medios paleros repiten que hay sequía.
El agua, nuestra agua, desaparece... y nadie sabe a dónde va; los empresarios callan, algo saben.
Los ciudadanos inermes...
¿Los asaltan... los saquean... los persiguen... les clavan la uña?
Hubo tiempos en que los empresarios protestaban, defendían los intereses de sus trabajadores, eran su capital.
Hoy solo protegen los propios, los suyos.
No tenemos más empresarios de aquellos, tenemos negociadores... o negociantes, que no es lo mismo.