A veces me encuentro algún video, algún escrito que se refiere a Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, socialista confeso, ex preso político.
Lo escucho hablar de que el capitalismo y la sífilis se parecen... porque son males muy dolorosos, aunque a la sífilis no se le necesita, y al capitalismo sí.
Mujica habla de que no puede, no se debe exprimir de más a los empresarios porque si dejan de producir no hay dinero para repartir a los pobres.
¡Válgame San Cuilmas!
En un arranque de reclamo a Mi Señor le digo... ¿Por qué mandaste a Mujica a un país de 3 millones de habitantes?... ¡tres millones!
Digo, el bien o el mal que se puede hacer desde la Presidencia de la República en un universo tan pequeño de habitantes, no resulta devastador ni es un cohete que impulse a las estrellas.
¿Por qué en vez de Mujica nos mandaste a López?... ¡López!, en un país con 120 millones de habitantes, 40 veces más que en Uruguay... el daño que puede hacer es devastador.
Del bien no hablemos porque no existe en sus manos...
Pero luego, como si fuera una luz inspiradora me llega de rebote la idea... El Señor no mandó a Mujica a Uruguay, ni a López a México.
Fue la sociedad...
La sociedad uruguaya fue capaz de generar un hombre rebelde, izquierdista, pero inteligente y empático, pero sobre todo, sabio.
Y nuestra sociedad mexicana, que desdeña la enseñanza, que privilegia las hociconeadas, que no lee más de medio libro al año...
Perdón Señor, fuimos nosotros.