En aquellos tiempos cuando el Monterrey pobre se extendía sobre la periferia, los rumbos se llenaron con tanques de agua.
Tanques de Guadalupe, así se llamaba la colonia... El Tanque, así se llamaba el barrio... Cerca del Tanque, era la referencia en la colonia Independencia.
Los tanques eran símbolo de precariedad...
Una llave colectiva arreglaba el problema de la falta de una red... una llave colectiva a la que acudía la gente a llenar sus tinas para llevarlas a casa.
Allá estaba la fila, a veces interminable.
Porque era eso, o nada... y la gente decidió que era eso.
Llegó la red de distribución y se acabaron los tanques.
Cuarenta años después regresan los tanques, las llaves colectivas.
Pero ahora regresan a colonias menos pobres que aquellas... regresan a colonias de clase media.
Monterrey se llena de tanques, porque aunque tenemos red de distribución, ésta se encuentra hecha pedazos y al gobierno de Samuel no se le hinchan todavía las pelotas para mandar a reparar o a rehabilitar esa coladera.
Monterrey de los tanques...
¿Quién lo iba a imaginar?
La señora a bordo de la Sienna acude con las muchachas o con los hijos a llenar las tinas para llevar agua a casa.
¿Qué van a decir los Limantour?, diría mi añorada Canuta.
No se preocupe, los Limantour están detrás de usted en la fila.
El Nuevo Nuevo León nos regresa a esos viejos tiempos y nos hermana en la escasez.
La Ciudad de Nuestra Señora de los Tanques.