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  • Foto del escritorRed Crucero

Paco Treviño: Director de Filosofía

Me contaron que era un excelente portero, que pudo haber llegado a ser un guardameta profesional con los Tigres.


Sin embargo, el destino jugó de otra manera.


En aquel entonces, solo era un joven que caminaba por las jardineras de la Facultad de Filosofía y Letras.


Soñaba con ser futbolista profesional y terminar su licenciatura en Lingüística Aplicada.


Después de casi 30 años, llegó la oportunidad.


Su momento se presentó en el auditorio de Filosofía, donde muchas veces había escuchado conferencias como estudiante.


Paco Treviño tomó protesta como el director de su alma mater.


Al verlo en el escenario, levantando su brazo para el juramento como director frente al Rector Santos Guzmán y los miembros de la junta de gobierno de la universidad, pensé en lo difícil que fue llegar hasta ahí.


Aunque Paco ya llevaba más de 30 años frente a las aulas y contaba con una gran preparación académica como Doctor en Filosofía, no fue suficiente, ya que había intentado en otras ocasiones sin éxito.


A veces, el destino o el universo conspiran en contra de nuestros sueños, o simplemente aún no era su momento.


Su discurso, ya investido como director, fue emotivo. Agradeció a muchas personas que lo ayudaron a llegar.


Recordó cuando por primera dio clases en 1991 y realizó una breve remembranza de la historia de la facultad.


Hubo un momento en el que su voz parecía quebrarse, pero respiró profundamente y dirigió su mirada hacia la primera fila donde se encontraban su esposa e hijas. Les dijo: Gracias, ustedes son mi impulso, mi todo.


No solamente su familia estaba presente en el auditorio, sino que también estaba repleto de amigos, funcionarios de gobierno como los alcaldes de San Nicolás y de Escobedo; el ex gobernador Sócrates Rizzo, empresarios como Don Pepe Maiz, colegas maestros y los estudiantes que habían votado por él, quienes mostraban un entusiasmo desbordante.


Gracias a esos jóvenes de la generación milenial y centennial ganó cuatro a uno.


Quizás ellos se identificaban porque veían en Paco, al estudiante de ayer que había recorrido los mismos pasillos y aulas.


Al final, cuando me disponía a marcharme, me encontré con Benito Torres, un viejo amigo de ambos.


Él había sido compañero de Paco en la misma generación, y revivió los recuerdos del joven que soñaba con ser portero, del estudiante que disfrutaba de la escuela, los amigos y el fútbol.


De alguna manera, creo que el destino le brinda a Paco, la oportunidad de jugar defendiendo los colores de la universidad, pero no como portero, ahora como el director de la Facultad de Filosofía y Letras.


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