Hace unos días fueron aprobadas en el Congreso del Estado de Nuevo León algunas reformas a la Ley Electoral y a la Constitución Local, pero como siempre pasa, los derechos de las mujeres fueron pisoteados al pavimentar el terreno para las postulaciones a modo para los hombres, sobre todo en alcaldías.
El grado de machismo que existe por parte de los partidos es alto y lo más triste, es que varias diputadas votaron a favor de estas arbitrariedades dejándose manipular y mostrando una enorme falta de dignidad. Es pecado capital ponerse en contra de sus jefes políticos sin importar que den la espalda a miles de mujeres.
Hay términos muy llamativos como “paridad transversal” o “bloques de competitividad” que se utilizan en el ámbito electoral local y en el que supuestamente reducirán la brecha de paridad, pero a la hora de la repartición de alcaldías o diputaciones la realidad se distorsiona mucho.
Aquí, en Nuevo León, cerca del veinte por ciento de las alcaldías es administrada por mujeres muy lejos de Baja California, líder en este rubro.
Con estas reformas, las cosas seguirán por el mismo camino mandando a las mujeres a pelear batallas perdidas.
En Nuevo León hay municipios como San Nicolás de los Garza que ha sido administrado por alcaldes del mismo partido político en los últimos treinta años sin darle la oportunidad a ninguna mujer.
Normalmente mandan a las mujeres a competir en alcaldías que son prácticamente imposibles de ganar o a distritos donde solamente irán a hacer campaña y sus esfuerzos quedarán como una anécdota vivida.
Creo en la capacidad e inteligencia de las mujeres y estoy segura de que podemos desempeñar un buen trabajo a la hora de gobernar, administrar o legislar.
Hay países como Suecia, Italia e Inglaterra en donde el número de mujeres en los parlamentos es más alto y ahí, la paridad de género es más balanceada. Estamos a miles de kilómetros de estos países y a miles de kilómetros de distancia en materia de paridad de género.
Ojalá y el gobernador Samuel García ejerza el veto a estas reformas.
Esta es nuestra cruda realidad.
Es cuanto.