No fue una gran actriz ni participó en películas clásicas o inolvidables, pero su cintura y su sonrisa fueron el gran pretexto para movilizar la imaginación de miles de jóvenes que secretamente la consideraban una expresión de eros sobre la tierra
Jamás le dieron un gran papel, y no recibió más premio que el de protagonizar con sus pósters las paredes de los talleres mecánicos y los cuartos de estudiantes.
Hoy Raquel Welch nos dice adiós con esa elegancia que solo tienen las diosas de Hollywood.