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  • Foto del escritorRed Crucero

Responsivas y responsables

Las organizaciones en nuestras comunidades (empresas, escuelas, Iglesias, etc.) cada vez más se comportan como “entes vivos” que crecen y se desarrollan junto con los habitantes de una ciudad.


Llegan incluso a ser una parte trascendente en la vida de los ciudadanos.


Más que nunca, cualquier organización enfrenta el reto de mantenerse conectada con la sociedad en donde está establecida.


En estos tiempos de inmediatez y de tecnologías innovadoras no pueden permanecer ciegas ni sordas, ni mucho menos adoptar una posición de avestruz (valga el cliché).


Hoy día una de sus misiones esperadas es crear y mantener relaciones sólidas y de confianza, basadas en la transparencia, la honestidad y la conversación abierta.


Comunicar a la comunidad sobre sus actividades es parte fundamental. 


La empresa o institución encara el compromiso de proporcionar información clara y precisa sobre sus productos, servicios, políticas y prácticas, así como cualquier cambio importante que pueda afectar al entorno.


Otro punto importante en su misión es practicar lo que hoy se conoce como “escucha activa”, un concepto quizá más propio del entorno familiar y escolar.


Esto significa escuchar las necesidades, preocupaciones y comentarios de su comunidad y utilizar esa retroalimentación para mejorar sus productos y servicios.


A fin de cuentas una buena comunicación (crear espacios de conversación) y una política de “escucha activa” ayudarán a construir relaciones constructivas. En el corto y mediano plazo esto se puede traducir en resultados sorprendentes, como mejorar la lealtad de sus clientes o usuarios y fortalecer la reputación de la misma empresa.


Hoy vemos —y hay que reconocerlo— que muchas organizaciones tienen además una política prioritaria de practicar y ejercer la responsabilidad social.


Ésta se entiende como una serie de estrategias para apoyar esfuerzos comunitarios a través de acciones de solidaridad y generosidad, así como sumarse a causas y campañas que agreguen valor a una comunidad.


Habrá seguramente etapas de crisis, no solo en la organización sino también en la comunidad.


Pero una empresa o entidad “inteligente” sabrá recurrir a la empatía y a la resiliencia para superar las adversidades.


Es algo con lo que se debe preparar y entrenar a todo el personal que forme parte de ella.


En nuestras ciudades necesitamos más de este tipo de organizaciones, capaces de establecer y mantener canales de comunicación efectiva y bi-direccional que lleven a construir relaciones sólidas y de confianza.


La promoción de la responsabilidad social y de la sostenibilidad serán siempre acciones acertadas que serán reconocidas por los ciudadanos.

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