Las mafias más siniestras tenían un código de honor: Respeto a las familias.
Tenía sentido, era por su propia seguridad, si en las guerras se atacaba a la familia, todos los clanes se debilitaban y era fácil ser aniquilados por los cuerpos policíacos.
Para muchos, la política es algo parecido a una mafia.
La guerra entre partidos y entre grupos de poder siempre mantuvo a las familias lejos del tocadero.
Hasta que Jaime Heliodoro tocó a la esposa y al padre de Rodrigo... así le fue.
Samuel García parece que no aprendió en cabeza ajena.
Toca a Zeferino Salgado... toca a Carlos de la Fuente, y de remate arma toda una trama contra Jesús Gómez que de paso golpea a un funcionario de su propio gobierno.
Cada una de estas acciones queda grabada...
Samuel quizá pretenda cambiar las reglas y crea que no recibirá las consecuencias de ello.
O quizá crea que él no es parte de este juego porque no es parte de la mafia.
Sus actos dicen lo contrario: Facturas millonarias a empresas fantasmas... contratos millonarios a empresas de sus colaboradores... ataques a opositores...
Ya veremos, ya diremos.