Julio de 1976, el nuevo palacio de Monterrey es un edificio que invoca a la modernidad, al hombre tecnológico...
Aquel día, el Alcalde Polo González Sáenz convoca a todos los empleados a realizar el simbólico traslado de los poderes del viejo y hermoso edificio colonial, al nuevo e imponente que se ubicaba enfrente.
Ya todos listos, secretarios, directores... todos corrieron la voz de llevar los más que pudieran zapatos nuevos para iniciar desde cero el recorrido hacia la modernidad.
"Vamos a dejar en este hermoso edificio no solamente espacios, también algunas formas de proceder y nos abriremos a la modernidad, no llevemos nada que nos estorbe... ningún prejuicio".
Entonces, don Mundo Aguilar, jefe de mantenimiento y aseo en el viejo edificio saca a su cuadrilla de nueve hombres a un ladito de la fila, les dice algo y dos o tres corren apresurados...
Todos comienzan a caminar hacia el nuevo palacio, cruzan la calle Zaragoza, pero falta el personal de mantenimiento.
Candia, el jefe de policía viene con don Mundo y le pregunta... ¿Qué pasa?
"Nada, jefe... ya vamos... es que les dije a todos que no teníamos que llevar nada de acá para allá... y tres de ellos fueron a zurrar... pero ya vamos, ya vamos".