Hace una semana, el índice de participación ciudadana en la elección rondaba el 53 por ciento; ahora está en 57.
Cuatro puntos porcentuales en una semana es una barbaridad.
Las cifras las difunde en un boletín el Instituto Mexicano de Opinión Pública, una casa dedicada a medir preferencias, y realizar estudios sociológicos con metodología científica y clara.
No pregunta preferencias... solamente pregunta si van a votar.
Y en su boletín de esta semana, el crecimiento en la intención de votar inició un crecimiento sostenido.
¿Qué cosas pudieran impulsar este despertar?
El estudio no lo dice, no se meten en problemas; pero lo que mis pecadores oídos han escuchado en el taxi... en la panadería... en los clientes de la tortillería, es que muchos ciudadanos enfurecieron por el robo de los afores.
Fue un robo, así lo percibieron a pesar de la profusa publicidad pagada a través de las redes sociales en las que querían vender el hecho como un "rescate" del dinero que jineteaban las administradoras de afores.
¿Qué otra cosa puede ocurrir?
Que muy al estilo mexicano, empezamos a tomar decisión siempre al cuarto para las 12, y eso es lo que está ocurriendo.
De seguir esa tendencia, la participación pudiera rondar el 70 por ciento, lo cual sería fabuloso para este país.
Las encuestas mienten, la calle no miente.
Obvio que el gobierno morenista arreciará su esfuerzo por desanimar al votante; pagará para ubicar a Claudia 25 ó 30 puntos arriba... pagará para que digan que el pobre Maynez ya casi empata a Xóchitl.
Pero la tendencia de participación lo grita con toda claridad: Va a ganar Xóchitl.