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  • Foto del escritorRed Crucero

Abril


José Luis Galván Hdz.



Llegó de noche, puntual. Estaba obscuro el cielo y entraba en compañía de una suave y fría lluvia; el olor a tierra mojada dejaba atrás el aroma del bosque quemado, irrumpía de madrugada en los primeros segundos del “jueves santo”. Mi insomnio me pedía saludarlo, dar la bienvenida al mes de abril.


Salí a la terraza. La Sierra de Santiago respiraba; desde el cielo le llegaba la bendita lluvia. Escuchaba las gotas caer, veía un ligero resplandor en medio de la obscuridad; podía observar y escuchar el agua correr. No era un tormenta, ni un aguacero, solo miles de pequeñas gotas que caían sobre el bosque incendiado. Abril nos regala esperanza, por que en su primer domingo también celebramos la pascua.


También se presentaba con imágenes borrosas de mi pasado, de mi infancia, de mi primer amigo, de mi cómplice en las travesuras, llegaba con esos difusos recuerdos de dos niños en calzones y toallas envueltas en el cuello simulando ser luchadores en el ring de nuestra cama, en donde dormimos los primero años de nuestras vidas juntos. Abril me significa también a mi hermano mayor, Roberto, que llegó una mañana del segundo día del mes.


Con el insomnio presente, la llegada de abril me recordó los cientos de juegos, peleas y competencias que viví con “Beto“, mi hermano. Agarrábamos una llanta vieja simulando ser el toro y con un pedazo de tela roja como capote toreábamos; con un palo de escoba por bat y una pelota de plástico jugábamos al beisbol o el fut “de un solo toque” en nuestro patio o en la calle; subíamos a los árboles para atrapar cigarras. Hicimos eso por muchos años en vacaciones de semana santa. Recuerdo así mis primeros abriles con él, en donde desde el amanecer hasta ya entrada la noche jugábamos juntos y rematábamos al ir a dormir en la misma cama discutiendo o paleando por que alguno hizo trampa durante el día.


Mientras viajaba al pasado, se presentó la primera luz de abril, seguía arrullando la suave lluvia, llegaba el sonido de los gallos que también celebraban su aparición. Quería tomar mi celular y marcarle a mi hermano, pero no era buena idea por la hora. Así que prepare un café, me puse chamara, pants, tenis, gorra, e invite a mis perritas, Luna y Tara a acompañarme a caminar y encontrarnos con la primer mañana del mes de abril.


Las gotas de esa ligera lluvia me mojaban, se iban resbalando por mi rostro , empaparon mi ropa, me estremecía un poco por el aire frío que me daba en la cara, seguí caminado río arriba, como si fuera hacia la Sierra de Santiago; me detuve por que llego la claridad total del primer día de abril, agradecí en silencio por tantas bendiciones recibidas y en especial por ese niño que conocí a su dos años, más de cincuenta abriles compartidos juntos. Feliz cumpleaños hermano mayor.



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