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  • Foto del escritorRed Crucero

HISTORIAS DE LA MORA/Los girasoles de la carretera


Por LUIS ANTONIO LUCIO


Primero se tomaba las cervezas con gusto. Luego las comenzó a aborrecer, pero las seguía bebiendo.

Ora tú por qué lloras-, le pregunte.

Todos en La Mora sabíamos la causa.

El Gori- su hijo mayor- había comenzado ha chambiar con los patrones. Vigilaba las calles y avisaba cuando la ley se acercaba. Con lo que ganaba ayudaba a la familia, compraba algo para la presumidera y siempre, pero siempre, le mercaba su cartoncito de cerveza bien fría.

-Orale Apa dese gusto-.

A la hora de la cruda le venía la conciencia y empezaba con la reflexionadera.

Ese que algo malo le puede pasar al Gori- contestó- ya ves como son estas gentes.

Un dia, luego de una comilona en la que se atragantó hasta el gaznate, el Gori se fue a su puesto a pasar reportes.


Acaba de pasar el ingeniero de la luz, el de los cabritos, el bato de la gaso y así.


De rato se quedó dormido y cuando le pedian reporte solo se oía ruido, esa cosa que apodan estática.

Le entró el mal del puerco.

El Gori se despertó con el ruido de su propio ronquido y se dio cuenta que el tiempo había pasado.


-El patrón anda encorajinado-, le dijeron por la frecuencia.

Se subió al camión de las 7 más allá del entronque. Había estado escondido entre el chaparral y los girasoles de carretera.

En La Mora hay un padre sin hijo y allá lejos, quién sabe donde, un hijo sin padre.

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