En Cintalapa, Chiapas, ante la cámara un hombre relata:
"Tengo un changarro y bajo a surtir al mercado de abastos en mi camioneta, me levanto a las tres de la madrugada y las seis vengo de regreso... A medio camino me encuentro con unos tipos armados y encapuchados...
"Me dicen que si quiero pasar son mil 500 pesos... Mis productos me dejan 200 pesos de ganancia, ¿Cómo le hago?"
Dice que le quedan dos opciones: O cierra el changarro, o para la próxima lleva un arma para ver de a cómo les toca, pero no piensa sobarse el lomo para alimentar a esos malnacidos.
En la recta final de su lamentable sexenio, López deja a los criminales en total libertad de acción... Que hagan lo que quieran.
Que se derrame sangre inocente pero que su proyecto transexenal se mantenga.
México se mueve entre el miedo y la indignación.
Entre rendirse o armarse.
No aparece una opción institucional que nos una en busca del orden y la recuperación de la vida productiva.